14 jun 2010

Tornado, Huracán, Terremoto.

Primero fue el tornado, arrasó mi mundo dejando tras de si devastadoras consecuencias. Al principio no pude verlo venir, y no quise reconocerlo; estaba cegado. Creo que fue ahí cuando todo comenzó, es decir, cuando las cosas por fin cambiaron, cuando abrí los ojos. Sonaba Love Is The End, todo parecía perdido, divagué mucho y giré con el compás que el tornado me había marcado, como dejándome llevar por las últimas corrientes de aire que dejó nuestra despedida final. Si el destino estaba escrito, el nuestro se redacto por separado, dejando diversos sinsabores a lo largo del tiempo, cada vez menos, espero. Como todo buen tornado, con él aprendí que en esta vida hay círculos viciosos que te absorben hacia su punto central, y que las personas no son nunca lo que parece. Me enseñó el respeto y el romanticismo que nunca antes había comprendido entre dos personas del mismo sexo. Luego, se fue. A girar a alguna otra parte, supongo.

Recuerdo luego una turbia recuperación, marcada por la influencia de los daños colaterales pero adulterada con las sagradas dosis sinrazón y el frenesí de la libertad sexual. Noches dispares, otros cuerpos y tactos. Cuando quise darme cuenta, estaba de nuevo metido de lleno entre fenómenos sísmicos y demás parafernalia. Llegaron entonces el huracán y sus locuras. No tan devastador, pero con él era imposible no darse cuenta de las reminiscencias del primero, tornado y huracán. Me parece que al final se acabaron haciendo amigos y todo. Y yo que me alegro. El cambio llegó con la oportunidad, huracán y yo éramos felices a ratos, que eran muchos. Y luego había muchas otras cosas, más allá de lo que cualquiera de los dos podía comprender por aquel entonces. Tiempo después de separarnos, hará más o menos un año, todavía dolían muchas cosas. Una noche de septiembre se nos convirtió en mañana tras meses sin vernos. Recuerdo que huracán me habló entonces de lo que estaba por llegar e intenté negarle la evidencia. Creo que se ven venir entre ellos.

La llegada del terremoto coincidió prácticamente con la marcha de su predecesor hacia el noreste.Tal como estaba previsto. Entre ambas borrascas, un despejado verano me sirvió para darme cuenta de muchas cosas. Durante esos meses me dieron clases de desconfianza, trampas y engaños. Y gracias a dios, suspendí. Disfruté sin complicarme demasiado los días, la verdad es que lo pasé cojonudo y cargué las pilas al máximo; sabía lo que estaba por llegar, esta vez creía estar preparado. Con el terremoto exploré el mundo del placer como nunca antes se había escrito. No dejaré de recalcar lo irascibles que eran nuestros cuerpos en contacto, y cuántas emociones se podían llegar a experimentar al mismo tiempo. Valores como compañerismo, devoción y constancia fueron la tónica dominante durante nuestra intensa convivencia. Aprendí que el amor tiene mil formas, y que mil cosas se llaman amor. Él las tenía prácticamente todas, quzá era demasiado para mí. Sin saber cómo ni porqué, los primeros descompases. Y sin apenas darnos cuenta, entendimos lo que nos había pasado cuando quizá ya era un poco tarde. Aunque no lo suficiente como para ser nosotros mismos, con nuestros más y nuestros menos, y saber seguir respetando todos y cada uno de nuestros dogmas. El tiempo se nos ha acabado, al menos por ahora. Supongo que este punto y final significa terminar otro capítulo.

4 comentarios:

marc lago dijo...

Muchas gracias por tu comentario Will! Soy de Pontevedra, Vigo exactamente.
1 Besazo

marc lago dijo...

Muchas gracias por tu comentario Will! Soy de Pontevedra, Vigo exactamente.
1 Besazo

Mila García dijo...

pues yo dormí genial :)

(tornados, huracanes, terremotos... no me gustan! me dan miedito)

xxx

Mila García dijo...

ya tuve flequillo recto durante bastante tiempo!

:)

(aún sigo en salamanca, me voy hoy...)

xxx