15 oct 2012

Nunca pasa nada bueno después de las 6 de la mañana, mucho menos si ya ha empezado el otoño. Esta y otras conclusiones se unían a los quehaceres de un lunes gobernado por las pocas ganas de cualquier cosa que exigiese un mínimo esfuerzo y los resoplos. En el fondo todos sabemos para qué son los domingos y que las consecuencias que este propósito existencial siempre han tenido son bien imprevisibles; el que se arriesga, no tiene por qué ganar. Si hay algo que sacar en claro es que probablemente la única diferencia entre el martirio y el suicidio es la cobertura de prensa, aunque tal vez esa sea la visión de la historia que nunca ha querido ser contada.