Dicen que los labios se enriquecen con cada boca que besan, que en función del número de veces que hayan mantenido contacto irascible con otros labios, tendrán un tamaño, grosor y textura concretos. Y en verdad dicen tantas pamplinas que uno ya no sabe qué creer. El reloj no se detiene nunca, y no estamos como para fiarnos de lo que dicen sin tener pruebas sensoriales de ello. Experimentales, me refiero. De un tiempo a aquí escucho (incluso) más música (si cabe) que antes. Porque al final, lo único que nos queda son recuerdos hechos canciones, la música es lo último. La recopilo en listas a las que aprecio como si de réquiems se tratase, y que apenas cesan de sonar por todo mi apartamento. Siempre me ha gustado ponerle banda sonora a mi vida, y ahora también a tus labios. No sé si han crecido o engordado, mermado, cambiado. Solo sé que están en su punto justo. Y esas son mis únicas pruebas, las sensaciones.
En el fondo, es un poco SU CULPA.