29 abr 2009

¿Porqué?

Una vez más recurriendo a lo de siempre; ¿de qué sirven helados de chocolate como si fuesen chutes de felicidad cuando ya no quieres fingir ser feliz? O por lo menos me ayudan más unas caladas de cruda realidad encerrado en la habitación pensando, quisiera, dejando de pensar. ¿A dónde ir cuando necesito un trago de aliento merced de una canción de desamor? Ayer salí a buscarlo, un lugar apartado, tranquilo, solitario; donde poder pensar, tranquilizarme. Pero como era de esperar, ayer se escondió, ayer no apareció. Claro que me gustaría conocer más esta ciudad, pero hay veces que parece no dejarme, parece cerrarse a mi paso y procura encajar entre sí todas las partes por las que ya he pasado para que no vea nada nuevo. No por ahora. Qué putada, pienso; ¿Porqué?

21 abr 2009

Horas muertas

Qué bien viene desconectar. No hacer nada pero en el fondo hacer cosas. Me da igual la productividad de mis actos mientras mis palabras y sentimientos sigan siendo tan reconfortantes. Aprender no es tan difícil como lo pintan, y en estos días voy haciéndolo, poco a poco. A conocerme, a conocerles y a tenerles calados. A mí mismo es mucho más complicado aunque me voy cogiendo el tranquillo. A través de las horas muertas, del ruido de máquinas, coches y a través de la música y la literatura que en estos días copan el imparable tiempo. Durmiéndome temprano y, por ello, madrugando. Y con todo el tiempo que con ello consigo me entretengo en la cocina con sofritos, papas y tortillas. Algunas mañanas me gusta salir a dar un paseo, a ver a la gente e imaginarme sus vidas, a encontrarme a mí mismo mirándome de frente en cualquier escaparate y a decirme que debería engordar un poco más y volver al gimnasio. Porque he aprendido que no hay mejor madre que uno mismo y para ello aquí estoy, para seguir adelante; ¿Qué te queda al fin y al cabo sino tú mismo?

19 abr 2009

Esperanzas y Miedos.

Me encanta esta casa y adoro el barrio. Una zona tan bohemia como La Latina me inspira una tranquilidad urbana acojonante. Un poco de electrónica suave, un Sunshine de Keane. Fumando costo con permiso de su madre mientras ellos duermen y yo llevo desde temprano despierto. La ventana entreabierta que tampoco mola ahumarle el salón. Aire helado de una mañana cualquiera de primavera, con olor a capital. Y yo sin pelo; ¡Joder! Qué buena situación como para darle más vueltas al asunto. Al fin y al cabo es cuestión de seguir un pacto que en parte traiciona un sentimiento pero en el fondo solo lo aplaza. A por ello; a seguir viviendo sin darle demasiada importancia a nada que realmente no la tenga. Esperanzas y miedos, qué gran título para recopilar en cincuenta y pico minutos toda una vida y publicarla. Qué duro darse cuenta de lo que hay, y qué fácil aprender a tomárselo un poquito con calma y relajarse. Creo que después de tantos días sin apenas consumir mis ideas se están fundiendo en una masa de sentimientos, pensamientos y sensaciones. Voy a darle forma.

1 abr 2009

Introducción de personajes.

Hoy recuerdo muchas cosas que merecen la pena.

De copiloto con Kath cantando a pleno pulmón, quemando batería del coche de su padre tras 16 largos años de amistad eterna. De ella recuerdo tantas cosas que se me ha ocurrido recordar el último gran momentazo hasta el momento.

El polvo de mi vida, la canción que sonaba al llegar a rozar el éxtasis, a Eric, el calor de su piel y sobre todo su sabor. Recuerdo como lo nuestro fue siempre a escondidas: al principio temblando, y poco a poco sintiendo ese nosequé sin nombre que vuelve a uno loco.

Las mañanas de Lunes pienso en mi vida anterior, con tantas cosas que contar mientras subía al colegio a toda hostia con Nicole y sendos cigarrillos. Nuestras grandes tardes, nuestras frases míticas y nuestras canciones.

Recuerdo a Blake y cuánto le quise; tanto prometimos que al final nos saturamos.Lo mucho que me atraía su mundo, su vida, su círculo de amistades y recuerdo también el momento en el que prácticamente me expulsó de su vida tras tanto juntos. Aunque creo que esto último me había prometido no recordalro. Mierda.

Cuando salgo al exterior de la 406 a respirar el aire puro de la calle me es imposible esquivar la corriente de recuerdos que chocan contra mi cuerpo refrescándolo y a veces colgelándolo, con olor a Derek y todo lo que tenemos en común. Me vienen a la cabeza palabras demasiado frescas, besos suaves e intensos, ironías y un sentido del humor inteligente bastante desarrollado.

En algunas tardes de viernes recuerdo a Chelsea y a Nadia, nuestro local y tantas y tantas sequías. Lo que he reído en mi vida con ellas, madre. Los ratos de achante en DDCC, las largas conversaciones y los momentos más extraños; Quién viese a Nadia con una servilleta en la cabeza o a Chelsea comiendo hasta explotar, ¡Con lo escuálida que está!

Es extraño darme cuenta de cuánto me conoce Greg, y de la suerte que tengo de que pueda recetarme soluciones a problemas, líos amorosos y enfermedades. Siempre cortándome la respiración con sus ojos, los más potentes que he visto hasta ahora; durante la tarde de Starbucks noté que hablaban solos. Qué gusto pensar que brindaré con ellos muchas más veces. Espero que demasiadas.

Y los mejores recuerdos frescos los de Alisson, con ella todo se basa en teorías: de colores al cocinar y de perfecciones imperfectas en el terreno personal. Y con teorías que explican el mundo y el halo de misterio que lo rodea, la vida se hace un poquito más fácil. Y sinó sé que siempre nos quedarán las cosas suyas y mías para tirar de nosotros adelante. Aunque se haga duro decirlo.