13 abr 2011

El de lo complicado que puede ser decir algo tan simple.

Habituado ya de tanto uso a la sensación de ventana abierta y problemas afuera, me despertaba el olor a primavera casi cada mañana. Muchas veces me olía a ti, porque no sé si te lo he contado, pero ahora me hueles a primavera. A tu yo más fresco, al más jovial de todos los tú que conozco. Y ese olor me tenía embobado desde ese preciso instante hasta poco antes de acostarme. Porque si lo hacía solo, lo hacía intranquilo. Ni las "Buenas noches, buena suerte", fíjate tú. Solo pensamientos apilados en bloques chocando entre si, un spray de pintura azul, algún miedo, tan solo de vez en cuando. Y cuando no olía a ti, la primavera era pues como diferente, yo que sé, es difícil de explicar, y me voy por las ramas. Pero que también olía a primavera, ¿sabes como te digo? A primavera sin ti, a esto a lo que tengo que acostumbrarme yo ahora. Porque claro, párate a pensarlo; ahora la primavera me va a oler a mar, pero a ti a soho, a desierto, a lujo. Que no lujuria, cuidadito, no nos equivoquemos. Y claro, además de la envidia, porque la envidia está ahí y no podemos negarla, claro está, tenemos también la incertidumbre. Vamos, que ese no es el caso, que nada tiene que ver el tocino con la velocidad. La historia es la primavera, y su olor. Que no, que no hueles a tocino, joder. ¿Cómo vas a oler a tocino? ¿Que a qué hueles? Creí que ya te había quedado claro ese punto. Bueno tu quédate con lo principal, con que a tocino no hueles. Y la primavera tampoco. Lo que yo vengo a decirte con todo esto es que ahora que estamos a punto de no poder vernos durante un tiempo voy a aprovechar para guardar tu olor. Que luego va a ser un drama no poder olerte y encontrarme con gente que lleve tu perfume. Porque aunque no es tu perfume lo que hace que huelas a primavera, es algo que te caracteriza. Como tu pelo, como tu pose, tu estilo. No hombre, tu estilo no huele, pero forma parte del matiz. ¡Ay, déjame a mi con mis historias! Yo me entiendo, ¿acaso tú no? No me digas que te has perdido, que siento que te acabo de echar la charla en vano. Te lo voy a decir claro para que conste y quede claro; más te vale echarme de menos seis veces por cada dos tíos cachondos en los que te fijes por la calle, tres veces por cada pieza de comida basura que comas, nueve por cada vez que pienses en sexo y trece por cada 100 kilómetros que te alejes de mí. Ya puedes ir levando bien las cuentas, voy a estar pendiente, y no sirve contar de menos, que nos conocemos. Te ha quedado claro, ¿verdad?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanta como lo has expresado.