28 ene 2010

Memorándum a mí mismo.

Abrí los ojos de forma brusca y la claridad le propinó un buen puñetazo a mis pupilas. Cuando me repuse del golpe los entreabrí lentamente hasta poder distinguir dónde estaba. Iluminadas por una intensa luz roja las fotografías de la pared me instaron a tranquilizarme; tan sólo es mi habitación. Con la sensación de seguir a tientas miré el despertador, y sus agujas marcaban estrictamente las 05:40. ¡Me he vuelto a dormir con la lámpara encendida! Qué bien... Antes de volver a cerrar los ojos encendí el iPod y lo puse bajo la almohada. Me quedé despierto hasta casi el final de la canción. Para entonces mi sentimiento de identificación con la letra de una canción me había sumido en un estado de relativo nirvana.

Cuando volví a despertarme era más tarde de lo que hubiese pretendido. La luz ya no era roja, sinó blanca y mucho más fuerte, proviniente de la ventana. Me levanté de cabeza a la ducha, hice lo propio y salí totalmente empapado en busca de la toalla. Fue entonces cuando lo ví: un folio sobre la mesa, escrito a mí mismo la noche anterior. Me dio tanta rabia ver que había recurrido a comunicarme conmigo mismo con un salto de tiempo solo para no pensar en aquel momento... Así que me dispuse a hacer todo lo que ponía en aquel papel, y este es el último punto.

27 ene 2010

Piensa antes de decidir.

Somos piezas, nos comportamos como tal. Nuestras vidas están todavía más allá de nuestro control al igual que empleamos una simple parte de nuestro cerebro en vez del todo. Sin embargo podemos cambiar a nuestro antojo nuestro camino, y cuando lo hacemos no es de forma aleatoria. Lo que hacemos es crear constantes con cada toma de decisión, aunque nunca nos mostramos muy dispuestos a enterarnos de todas las consecuencias de nuestras elecciones porque nos harían replantearnos el camino (las variables).

Así y todo seguimos eligiendo prácticamente a diario, y con ello creando constantes sin tener en cuenta las variables. Esas cosas "en las que nunca nos habíamos parado a pensar cuando tomamos aquella decisión" se ven obligadas de algún modo a cambiar con respecto a la elección tomada. Y todas aquellas cosas que nuestra decisión cambia y que nosotros no percibimos se conocen comúnmente como daños colaterales. Y si se les llama así es porque, en mayor o menor medida, son dañinos.

¿Volverás a precipitarte al tomar una decisión después de haber leído? Yo sé la respuesta.

23 ene 2010

Dospuntocero.

Porque los días son así, cúmulos de sensaciones, información, movimiento, acción. Nadie puede controlar cómo van a salir las cosas, ni siquiera podemos prever con demasiada exactitud. Generalmente decimos que tenemos una buena temporada cuando los resultados de una serie de días nos crean una sensación de agrado y bienestar. Y lo mismo ocurre, pero en el polo contrario, con las malas temporadas. Medimos así nuestro estado de ánimo, dependiendo de este cíclico vaivén de percepciones, sin siquiera ser conscientes de ello. Los conceptos supremos de bien y mal nos sirven de referencia para evaluar, aunque abusamos demasiado de ellos.

En medio del efímero caos en el que vivimos uno no parece tener tiempo material para detenerse a razonar. Nos dejamos guiar por nuestro estado de ánimo en esos días para reaccionar, para comportarnos, sentir, decir, llamar, salir. Y si no tenemos un buen día ,que los anteriores han sido mediocres no es ni excusa ni razón. ¿Nunca te has levantado recordando que la noche anterior no fue buena y has deseado mejorar la situación? Ésa es la cuestión; fuerza de voluntad. O, cuanto menos, abrir la contemplación de posibles vías de escape. Así y solo así se sale de una mala racha, poniendo las cosas en relativo orden en la cabeza y sacando ganas de cualquier lado. Porque lo importante en esta vida es sobrevivir, subsistir. Y un mundo como el de hoy en día requiere gente fuerte y con ganas.



Hacía demasiado tiempo que ovbiaba este asunto. La mejor vía de escape no se crea, se redescubre. Por y para ello estoy hoy aquí; Todo del revés vuelve con más fuerza que nunca. Y con nueva cara.